Decidí crear mi última exposición en medio de un campo de olivos, rodeada de naturaleza.
Romper con todos las reglas que tienen las exposiciones de arte. Normalmente, te imaginas una sala blanca con marcos negros, todo muy serio y muy frio.
Me gusta la idea de que el espectador pueda disfrutar del aire libre como una experiencia mientras admira los cuadros de los paisajes más idílicos. Creo que añade muchísimo más valor a mi obra el hecho de poder disfrutarla de esta forma.
Me encantó ver como los visitantes llegaban por los caminos de tierra en bicicleta, en motos antiguas, andando, etc. Era como encontrar un pequeño mundo lleno de originalidad y buena vibra.
El 'feedback' fue buenísimo, la gente me decía que no sabían muy bien que esperar, pero cuando llegaron, lo entendieron todo.
Es la misma sensación que sientes al subir una montaña, nunca sabes que vistas tendrás hasta que llegas arriba.
Es la misma sensación que tengo yo al descubrir estos paisajes idílicos y poder captarlos con la cámara para que los admiréis.
Fue muy bonito porque seguías un recorrido e ibas encontrando cuadros entre los árboles. Podías descansar bajo la sombra de los olivos y observarlo todo mientras tomabas una copa de cava y picabas algo.
Para mí, es muy importante añadir magia a cada exposición, que sea un momento único e irrepetible.
Organizo una cada año desde que acabé mi carrera. Esta es la tercera, duran solamente un día y es por eso mismo que es tan especial.
Lo decoro todo como si fuera una boda, a lo grande, nunca verás una exposición igual. Me encanta añadirle un toque rústico, mucha luz y color, ya que así es mi estilo.
Siempre hago una explicación de la obra expuesta y cuento anécdotas de cada foto y dibujo, me gusta que el espectador sepa la historia detrás de cada cuadro.
